jueves, 13 de abril de 2017

REComendaciones de CINE

LUCY, AL ESTILO FRANCÉS 


Por Vy Atomicus

Usualmente, el cine hollywoodense carece de un mensaje profundo, inteligente o de pérdida de un punto de partida que le sirva al espectador para un debraye filosófico en una buena platica con algún galán en una habitación roja... si llega a pasar es porque el guión es magnífico, realizado por aquellos que buscan transmitir algo sólido y obviamente, por la visión del director.

Algo así se desvela en Lucy, una película de 2014, en manos del Maestro Luc Besson, ya que el guión y la dirección son suyos, la producción es de EuropaCorp y Group TF1, y en donde el protagónico es de Scarlett Johansson, la chica que está en todos lados -es que últimamente es como activista política contra los Trump- y Morgan Freeman, la fotografía es de Thierry Arbogast y la música de Eric Serra. 

89 minutos, un tiempo considerable para el celuloide y para la Universal, si consideramos que es una de las pocas películas cuyo peso protagónico recae en una mujer y además resulta ser la más taquillera de su época, superando lo realizado en su momento por Angelina Jolie y Lara  Croft.

Su historia inicia poco creíble, una chica es usada por un grupo de mafiosos coreanos para llevar en las entrañas una droga sintética junto con otros, y los obligan para introducirla a distintos países. En el ínter a ella se le revienta una de las bolsas y es donde inicia la diversión... la hipótesis de Besson es simple. La droga es CPH4, una hormona que se genera en el embarazo para el crecimiento y desarrollo del bebé, la versión sintética potencializa el cerebro humano adulto y lo ocupa poco a poco por lo que Lucy o Scarlett como quieran, va experimentando de forma consciente no voluntaria, una conexión distinta con el mundo. En su experiencia, Lucy, sabe que no vivirá mucho, así que busca al profesor Samuel Norman o Morgan Freeman, un experto neurocientífico que casualmente se encuentra en París, y a quien contacta Lucy para revelarle los secretos de la humanidad.

El argumento dice que mientras ella va abriendo partes de su cerebro que nadie más usará nunca, desarrolla habilidades psíquicas, físicas, neurológicas, químicas, biológicas y cuánticas, los impulsos eléctricos, logran que cada célula de su cuerpo se comuniquen eficientemente e intercambien millones de datos útiles para el mismo cuerpo, formando internamente una red de información, formando materia... si exacto, cómo una computadora. Ahora bien, Besson dice, y creo que no se equivoca, que los humanos solemos basar nuestra existencia en singularidades, y usa el ejemplo de la numeración cuya unidad de medida es uno (1) y que ello determina que 1+1 sean 2, hasta aquí, vamos bien, ¿no?

Pero si esto no les sonaba complejo, Besson en la voz de Lucy, tiene otro argumento: la fórmula anterior nos ayuda a entender nuestra existencia porque todo lo vuelve tangible, pero el universo, es diferente, en él no hay números o letras, como sociedades hemos desarrollado estos sistemas para darle un sentido a nuestra existencia con apenas el uso del 10 o 15% de nuestro cerebro humano. En pocas palabras es una codificación humana para que otros lo puedan entender pero no dejan de ser pequeñas escalas de aquello de ya nos decía en su momento Einstein -eso no lo dijo Besson pero...- lo relativo: El Tiempo. El universo es gobernado por el tiempo como única unidad de medida y la prueba de toda la existencia. 

Todo este conocimiento, según la película, es demasiado para la humanidad, no estamos preparados para ello, porque básicamente estamos condicionados y motivados por el dinero y el poder lo que deviene en el caos... porque la ignorancia genera caos, no conocimiento... por esta razón está película es una buena recomendación para estos días aciagos. 

Bandas Sonoras 2017

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